19 de junio de 2012

Las regañonas voces (2 de 3)

El problema fue que por los pasados cuatro días, ha habido un creciente coro de voces regañonas en mi cabeza, diciéndome que estaba retrasandome en todo y que necesitaba trabajar más duro para recuperarme. Esas voces son implacables, y el único momento en que ceden es cuando trabajo lo suficientemente duro como para adelantarme a la marea de responsabilidades auto-impuestas. De hecho, la razón de que me quede toda la noche escribiéndoles , y luego que me ponga a hacer un montón de otras cosas en esta computadora, es para callar esas malditas voces. Así que déjenme ir por un bocadillo nocturno y traerlo a mi oficina, y luego podemos pensarlo juntos.

Muy bien, ya volví.

Voy a apostar que mucho de esto de las voces regañonas les suena familiar. Le he contado a algunas personas al respecto en la vida real, y la mayoría de ellos dijo, "¡Hey, así es exactamente como me siento la mayor parte del tiempo! ¡Yo creía que era el único!" Y tras haberlo hablado con suficiente gente, pensándolo, y padeciendo los regaños un número suficientemente grande de años, logré darme cuenta de algo que ha sido una gran revelación y consuelo para mí, y quizá para ustedes también.

Ese constante regaño no es una señal de inutilidad. Al contrario, es una señal de que estás yendo hacia algún lado. ¡Esas son las Voces Regañonas del Éxito! (VRE) Así que uno de los secretos para tener una vida más feliz es de hecho aprender a apreciar e incluso aceptar sus ocasionales perras quejas.

Podría sonar inverosímil, hasta que consideren cómo llegué a esta conclusión. He padecido las VRE por muchos años. Creo que empezaron en la escuela elemental, cuando se me inculcó el concepto de conseguir buenas calificaciones y hacer tu tarea. Desde ese momento en adelante, había siempre algo que podía o debía estar haciendo. Cualquier momento pasado sin hacer esas actividades óptimas era técnicamente holgazanear. Y siempre que estaba holgazaneando, el regaño interno se producía.

Descubrí que había modos de engañar al sistema un poco. Cuando estaba de hecho trabajando duro, las voces estaban calladas. Si construía un colchón o amortiguador de trabajo duro, podía hasta tomarme un breve descanso sin experimentar los regaños. Pero las VRE siempre regresaban. Otro truco que aprendí fue que al agendar mi tiempo anticipadamente, incluyendo un montón de trabajo, pero también una cantidad justa de juego, podía burlarlas, puesto que se enfocarían invariablemente en los puntos de trabajo de mi calendario mientras que yo me escapaba a jugar. Pero entonces invariablemente me desviaba de mi calendario y empezaba a improvisar otra vez mi vida, y adivinen a quien me encontraba patinando a mi lado, llena de consejos útiles. Así es, las Voces Regañonas del Éxito.

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