13 de diciembre de 2012

Los piratas no son nazis (2 de 5)

Ahora plantéemonos el experimento mental inverso: si al descargar un archivo me estuviera jugando el pellejo y en cualquier momento pudiera entrar un policía por la puerta y ponerme un plomazo en la cabeza, eso no lo haría más valioso ni más noble (excepto si la vida de miles o de algunos inocentes dependiera de mi descarga), no es tanto que se haga con tan sólo pulsar un botón desde la comodidad hogareña y con relativa inpunidad, sino el fin que se busca: protejer la vida de un inocente Vs pasar una buena tarde viendo la última película de acción o incluso sacarle ganancias al archivo vendiendo copias pirata.

En Alemania Nazi había un riesgo terrible en efecto. Y es precisamente por eso que mentir al respecto era lo más sensato y lo más fácil, y también lo más útil, pero no lo más valiente. En ese sentido, lo más valiente (pero quizá no lo más inteligente) hubiera sido decirle al oficial Nazi la verdad: "sí señor, yo albergo en mi casa a judíos, pero no os los entregaré porque bajo mi techo tienen mi protección y para sacarlos de aquí tendreis que pasar sobre mi cadaver" (corte, escena donde alguien de uniforme salta el cadaver del valiente). En realidad, si hubiera habido una masa crítica no ya de personas escondiendo a Judíos en sus sótanos u otros rincones y cuartuchos, sino de personas haciéndole frente a los nazis, para empezar Hitler no hubiera durado y no hubiera habido ninguna Shoah. Pero, obvio, ese tipo de valor es demasiado pedirnos, pobres mortales temerosos que somos.

Entonces no es la valentía en sí la que reconocemos, no es el enfrentar la adversidad mirándola de frente, no es el heroísmo, no son los riesgos que tomamos; no, es el que quienes escondieron a los judíos de los nazis, aquellos personajes débiles y asustados como cualquiera de nosotros frente a la máquina de la muerte alemana que decidieron correr algunos riesgos calculados (tal vez mal calculados pero calculados al fin), lo hicieron por hacer lo correcto, por hacer lo humano, por un fin "bondadoso", o al menos es el que si nosotros fuéramos los perseguidos, nuestros corazones se llenarían de agradecimiento si alguien nos ofreciera refugio.

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